miércoles, 30 de mayo de 2012

Pablo VI y el Demonio

Me volvi entonces como aquel que tarda
en ver aquello de que huir conviene,
y a quien de pronto le acobarda el miedo,

y, por mirar, no demora la marcha 
y un diablo negro vi tras de nosotros, 
que por la roca corriendo venía.






¿Cuantas veces se refirió Pablo VI en su magisterio a la acción del demonio contra la Iglesia sus últimos años de potificado?

No es sólo esa famosa de todos oída alguna vez sobre el "humo de Satanás". En realidad fueron cinco veces, de todas las cuales tenemos constancia documental.

Visita Ad Limina de cinco obispos españoles el 5 de diciembre de 1968, justo cuando la crisis de la Compañía de Jesus está en plena actividad sin poder ser atajada por los esfuerzos del Papa. Refiriéndose a la descomposición de la Compañía de Jesús el Papa dijo:

    "Es un fenómeno de inexplicable desobediencia... Verdaderamente hay algo de preternatural, inimicus homo... et seminavit zizannia" (RFDE 52)

Fue el 29 de junio de 1972 cuando se agravaba la crisis de los jesuitas (no olvidemos que de 1968 a 1981 la compañía perdió 10.000 hombres, un tercio de los efectivos de la misma, hoy ha perdido casi la mitad) y cundían los primeros datos sobre la infiltración masónica en la Santa Sede. En la homilía de los Santos Pedro y Pablo habló del famoso humo de Satanás y de más cosas:

La fuente es esta.

El texto italiano resumiendo la homilía en la página de la Santa Sede

    Riferendosi alla situazione della Chiesa di oggi, il Santo Padre afferma di avere la sensazione che «da qualche fessura sia entrato il fumo di Satana nel tempio di Dio». C’è il dubbio, l’incertezza, la problematica, l’inquietudine, l’insoddisfazione, il confronto. Non ci si fida più della Chiesa; ci si fida del primo profeta profano che viene a parlarci da qualche giornale o da qualche moto sociale per rincorrerlo e chiedere a lui se ha la formula della vera vita.

    Come è avvenuto questo? Il Papa confida ai presenti un suo pensiero: che ci sia stato l’intervento di un potere avverso. Il suo nome è il diavolo, questo misterioso essere cui si fa allusione anche nella Lettera di S. Pietro. Tante volte, d’altra parte, nel Vangelo, sulle labbra stesse di Cristo, ritorna la menzione di questo nemico degli uomini. «Crediamo - osserva il Santo Padre - in qualcosa di preternaturale venuto nel mondo proprio per turbare, per soffocare i frutti del Concilio Ecumenico, e per impedire che la Chiesa prorompesse nell’inno della gioia di aver riavuto in pienezza la coscienza di sé.

    Para los que no saben italiano, traduzco:

    Refiriéndose a la situación de la Iglesia hoy, el Santo Padre afirma "tener la sensación de que por alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Ahí está la duda, la incertidumbre, la complejidad de los problemas, la inquietud, la insatisfacción, la confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía en el primer profeta profano que nos venga a hablar por medio de algún periódico o movimiento social, a fin de correr tras él y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida.

    El Papa prolonga su descripción general y de pronto la aplica a la Iglesia: ¿Cómo ha sucedido esto? El Papa confía a los presentes un pensamiento suyo: que se ha producido la intervención de un poder adverso. Su nombre es el demonio, ese ser misterioso que también es aludido por San Pedro en la epístola que el Papa comenta en su alocución. Tantas veces por otra parte retorna en el Evangelio, en los mismos labios de Cristo, la mención de este enemigo de los hombres. Creemos, observa el Santo Padre, que algo preternatural vino al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera e un himno de alegría pro haber readquirido la plenitud de su conciencia sobre sí misma.

15 de Noviembre de 1972 , vuelve sobre el tema. El testimonio es del propio Ratzinger en el libro Informe sobre la Fe que recoge las plabras de la Alocución que subrayo:

    Ya ante aquellas primeras alusiones se levantaron en el mundo murmullos de protesta. Pero ésta explotó de lleno —durante meses y en los medios de comunicación del mundo entero— en aquel 15 de noviembre de 1972 que se ha hecho famoso: «El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica todo aquel que rehusa reconocerla como existente; e igualmente se aparta quien la considera como un principio autónomo, algo que no tiene su origen en Dios como toda creatura; o bien quien la explica como una pseudorrealidad, como una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias».Tras añadir algunas citas bíblicas en apoyo de sus palabras,

    Pablo VI continuaba: «El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue actuando; es el que insidia sofísticamente el equilibrio moral del hombre, el incrédulo encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las confusas aciones sociales, para introducir en nosotros la desviación... ».

    El Papa lamentaba luego la insuficiente atención al problema por parte de la teología contemporánea: «El tema del Demonio y la influencia que puede ejercer sería un capítulo muy importante de reflexión para la doctrina católica, pero actualmente es poco estudiado».


Es la Instrucción sobre el Demonio publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en nombre del Papa en junio de 1975 y que el mismo Ratzinger cita a continuación en esa misma obra.


Sobre este tema, y obviamente en defensa de la doctrina repetidamente expuesta por el Papa, intervino también la Congregación para la Doctrina de la Fe con su documento de junio de 1975: «Las afirmaciones sobre el Diablo son asertos indiscutidos de la conciencia cristiana»; si bien, «la existencia de Satanás y de los demonios no ha sido nunca objeto de una declaración dogmática», es precisamente porque parecía superflua, ya que tal creencia resultaba obvia «para la fe constante y universal de la Iglesia, basada sobre su principal. fuente, la enseñanza de Cristo, y sobre la liturgia, expresión concreta de la fe vivida, que ha insistido siempre en la existencia de los demonios y en la amenaza que éstos constituyen»


Fue un año antes de su muerte en 1977 en una audiencia pública a los fieles. El mismo Ratzinger recoge de nuevo el testimonio:

Un año antes de su muerte, Pablo VI volvió sobre este tema en otra audiencia general: «No hay que extrañarse de que nuestra sociedad vaya degradándose, ni de que la Escritura nos advierta con toda crudeza que «todo el mundo (en el sentido peyorativo del término) yace bajo el poder del Maligno», de aquel al que la misma Escritura llama «el Príncipe de este mundo».

A ustedes les toca recoger el trapo y tratar de entender que es lo que quiso decir Pablo VI y donde es profeta, donde pastor y donde un hombre meramete deprimido por ver malograrse esa Iglesia suya que, según él, había readquirido la plenitud de su conciencia sobre sí misma. Es esta última una frase que me hace temblar y que no puedo dejar de comentar. ¿Ha perdido en algún momento la Iglesia, cuerpo de Cristo y Christus Totus en el sentir de los Padres, la plenitud de la conciencia de sí misma? ¿Que es lo que hace cuando recita el Credo y hace la obra litúrgica? Pobre Papa, que no hace aquí sino expresar la mente de los hombres del Concilio que vieron como la trampa primaveral en la que habían caído se destapa ante sus ojos y no deja más que un rastro de tormenta y maldad. Quizás ahí estaba la verdadera y eterna conciencia de la Iglesia que lucha en este mundo contra el maligno y sus obras.

M.D.

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