jueves, 3 de noviembre de 2011

Brujería y hechicería en la Iglesia.

«Has visto --dijo- aquella antigua bruja
por quien se llora encima de nosotros;
y cómo de ella el hombre se libera.

Es evidente que el problema no puede resolverse cediendo a un feminismo que presenta líneas ideológicas extremas. No se trata sólo de que algunas personas reclamen el derecho a que la mujer tenga acceso a la ordenación sacerdotal. En su forma extrema, corre el peligro de minar la misma fe cristiana. Algunas formas de culto de la naturaleza y de celebración de mitos y símbolos están desplazando el culto al Dios revelado en Jesucristo. Por desgracia, esta forma de feminismo cuenta con el apoyo de algunas personas dentro de la Iglesia, incluyendo algunas religiosas cuyas creencias, actitudes y comportamientos ya no corresponden a lo que el Evangelio y la Iglesia enseñan. Como pastores tenemos que oponernos a las personas y los grupos que defienden estas creencias e invitarlos al diálogo honrado y sincero sobre las expectativas de la mujer, diálogo que debe proseguir incesantemente en el seno de la Iglesia.

Lo que acaban de leer no es una exageración de las muchas que corren por diversos sitios. Lo que han leído es una declaración del beato Juan Pablo II en la visita ad limina del VI grupo de obispos estadounidenses en  1993. Nótese cierta contradicción latente entre eso de "oponerse a personas y a grupos" y por el otro lado "invitarles al diálogo" sobre sus ahelos.

Hace casi veinte años de este mandato. Hace casi tres años que Benedicto XVI mandó una visita a las religiosas estadounidenses por este motivo, entre otros. Hará año y medio que expuse en los foros de Catholic.net el asunto de la brujería activa entre las personas consagradas. Hoy, todo sigue igual y no tiene visos de mejorar, al contrario.  Hemos visto en la entrevista al hecicero de Asís como este se vanagloria del auge del paganismo en el mismo corazón de la cristiandad "donde tienen al Papa".

Ya puede hacerse visitas o lo que se quiera, no parece solucionarse nada. Ahí siguen las hermanas  y ahí sigue la contradicción ya latente en el mandato de Juan Pablo II: oponerse a las personas y grupos que defienden las creencias por un lado e invitarlos al diálogo por el otro. El paroxismo lo tenemos en este Asís: invitar al hechicero (que de paso realiza sus ritos en suelo sagrado) y oponerse a la hechicería condenándola en la audiencia siguiente en flagrante continuidad de la desistencia de gobierno de la Iglesia que recuerda mucho a la queja que Dios pone en boca de sus profetas: este pueblo mío me confiesa con sus labios pero me niega con el corazón. 

Mientras el paganismo, el gnosticismo y todo tipo de doctrinas y personas a las que hay que oponerse sigan siendo acogidas en recintos católicos, acumulando profanaciones de lugares y tiempos sagrados, y profanando los píos oídos del pueblo fiel, ya pueden hacer miles de dicasterios sobre nuevas evangelizaciones que el principal de los predicadores -fray ejemplo- sigue olvidado. 

M.D.




2 comentarios:

Eagleheart dijo...

Precisamente el otro día estaba recordando ese y otros temas, como el de la estatua blasfema que alegremente recomendaban visitar.

Eso sí es quedarse voluntariamente en el cautiverio de Babilonia (otro tema que recordaba también).

Dios le dé la gracia necesaria al Papa (y a los demás encargados del rebaño) para combatir estas cosas tan, tristemente, comunes, que cuenta con las oraciones del pueblo fiel.

Salu2. Paz y Bien.

Anónimo dijo...

El Papa no puede hacer nada porque él mismo desciende del Maharal de Praga: dinastía rabínica exquisista, cabalista a más no poder... Lo ha confirmado (indirectamente) el mismo hermano Georg, al hablar de su abuela materna, Betty Tauber.
Anacleto II no existe al lado de BXVI...
San Bernardo, vuelve que te necesitamos.