jueves, 27 de octubre de 2011

¿Y como presentarán los medios este Asís?

Y como al mensajero que el olivo
trae, va la gente para oír noticias,
y de apretarse esquivos no se muestran


Mantengo que en los encuentros de Asís hay dos errores gravitando sobre los actos: uno de índole doctrinal y otro de índole pastoral. Nuestro querido Papa Benedicto XVI nos promete que va a hacer todo lo posible por evitar el error doctrinal en esta edición de Asís ¿Pero y el error pastoral? ¿No existió? ¿No existe? ¿Como se corregirá?  ¿Se puede corregir o prevenir en todo caso?

En esta entrada lo que planteo es que el error pastoral de Asís consiste en no haber tenido en cuenta la publicitación de tales actos por el mundo.  Pueden presentar la doctrina y la fe más pura, pero si no se comprende que el misterio de iniquidad abarca la publicitación misma de la Iglesia estamos cayendo en la más absoluta ingenuidad que menosprecia esa máxima evangélica de ser sencillos como palomas, pero astutos como serpientes.

Con esto y  en los mismos instantes en que se transmite por las ondas vaticanas el encuentro de Asís, creo que no está de más recordar la hipótesis eclesiológica de Julio Meinvielle al respecto. Así la exponía al final de su obra: "De la Cábala al Progresismo"
Como se hayan de cumplir, en esta edad cabalística, las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y cómo se haya de verificar el portae inferí non prevalebunt, las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la mente humana. Pero así como la Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima , y se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener una realidad mucha más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando; pero no sabemos los límites de su poder. Sin embargo, no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por el enemigo y convertirse de Iglesia Católica en Iglesia gnóstica. Puede haber dos Iglesias, la una la de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como "pusillus grex" por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte, produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.
La eclesiología no ha estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponemos. Pero si se piensa bien, la Promesa de Asistencia de la Iglesia se reduce a una Asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos.
Ninguno de los aspectos de esta hipótesis que aquí se propone queda invalidado por las promesas consignadas en los distintos lugares del Evangelio. Al contrario, ambas hipótesis cobran verosimilitud si se tienen en cuenta los pasajes escriturarios que se refieren a la defección de la fe. Esta defección, que será total, tendrá que coincidir con la perseverancia de la Iglesia hasta el fin. Dice el Señor en el Evangelio: "Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?".
San Pablo llama apostasía universal a esta defección de la fe, que ha de coincidir con la manifestación del "hombre de la iniquidad, del hijo de la perdición".
Y esta apostasía universal es la secularización o ateización total de la vida pública y privada en la que está en camino el mundo actual. La única alternativa al Anticristo será Cristo, quien lo disolverá con el aliento de su boca. Cristo cumplirá entonces el acto final de liberar a la Historia. El hombre no quedará alienado bajo el inicuo. Pero no está anunciado que Cristo salvará a muchedumbre. Salvará sí a su Iglesia, "pusillus grex", rebañito pequeño, a quien el Padre se ha complacido en darle el Reino.

En el prólogo a una obra de Pierre Virrión expresará más claramente el concepto usando el término "aparato publicitado de la Iglesia":
El misterio de iniquidad consiste precisamente en que el "Aparato publicitado de la Iglesia" que debía servir para llevar las almas a Jesucristo, sirva en cambio para perderlas y esclavizarlas al demonio. Aquí está el "misterio de perversidad": Que la sal se corrompa y deje de salar (Mt. 5, 13). Fíjese bien el lector que no decimos que la Iglesia deje de llevar las almas a Jesucristo. La Iglesia es indefectible y durará como tal hasta el fin. Pero la Iglesia de Jesucristo puede no identificarse con el ''Aparato publicitado de la Iglesia". La Iglesia de Jesucristo puede mantenerse en las almas fieles a la doctrina que se conservaría en algunos sacerdotes y obispos adheridos a la Cátedra del Pontífice de Roma, mientras que el Aparato mismo de lo que el mundo conoce como Iglesia puede seguir otra doctrina y otra pastoral elaborada por la soberbia de los grandes y publicitados teólogos de la nueva teología.
Si hubiera que resumir la hipótesis de Meinvielle sería así:: "La Iglesia de Jesucristo puede no identificarse con el ''Aparato publicitado de la Iglesia". O sea, que es algo que no debemos dar nunca por supuesto. En un mundo globalmente comunicado esta consideración es de suma importancia. No hay tiempo ya para que la doctrina se asiente más allá del momento mediático de la misma cuando hay miles de momentos mediáticos a cada segundo incidiendo sobre aspectos de la doctrina y para cuyo discernimiento haría falta más que un doctorado en teología, la sabiduría que da el Espíritu Santo para andar incólumes ante los enemigos que usarán de estos medios para erradicar la fe.

Prácticamente en eso mismo consiste la esencia de los ataques al Evangelio ya desde el mismísimo comienzo. Basta un sencillo elemento bíblico para mostrar como la hipótesis eclesiológica de Meinvielle se ha cumplido ya en el pueblo de la vieja alianza. Todo un pueblo cuyo acceso al Mesías aparece velado por la Iglesia de la publicidad y que nos es testimoniado por el evangelista:  Ellos aceptaron el dinero y actuaron según las instrucciones recibidas. Así se divulgó este rumor entre los judíos hasta el día de hoy. (Mt 28,15).

Posteriormente hemos visto estos mismos elementos en la gnosis, denunciados por algunos Santos Padres de la Iglesia, como San Ireneo, que decía claramente en su obra "Contra los hejes" que los gnósticos "adulteran la verdad y lesionan la predicación de la Iglesia"; "mezclan perversamente el yeso con la leche de Dios" y más claramente en cuanto al modo de obrar y anotando la gran responsabilidad que tienen los obispos en estas cuestiones, por no ocurren sin un descuido de su parte:   
Ahora bien, temo que por nuestro descuido haya quienes como lobos con piel de oveja desvíen las ovejas (Mt 7,15), engañadas por la piel que ellos se han echado encima, y de los cuales el Señor dice que debemos cuidarnos (pues dicen palabras semejantes a las nuestras, pero con sentidos opuestos).
Esto es precisamente lo que tememos en Asís. Palabras semejantes, pero con sentidos opuestos a la intención de Benedicto XVI y publicitadas por todos los medios del mundo.

Podemos recorrer toda la historia de la Igleisa encontrando apariciones de este elemento, pero la vigencia de esta hipótesis de Meinvielle aparece hoy día en el mismo ojo del huracán: la hermeneútica del Concilio Vaticano II. Si observamos bien y atentamente lo que dice Meinvielle, es ni más ni menos que la idea central que ronda la homilía del Papa de Diciembre de 2005 sobre la hermeneútica conciliar. El asunto está en discernir, como decía Amerio, si esto se debe a falta de sabiduría al presentar el Concilio o a una desistencia sobre la presentación del mismo, o por otro lado, como señala Gherardini, en que dentro del mismo texto conciliar ya tenemos presente los sentidos opuestos habilmente permeados por los peritos presentes en el mismo Concilio, lo que hace sumamente difícil la labor hemeneútica tal como difícil sería de convencer a alguien de la verdad y unicidad de la Iglesia católica y de Cristo como única solución religiosa del mundo sólo con el encuentro de Asís. Todo ello es impensable sin resalar la sal. Seamos sencillos como palomas, pero astutos como serpientes. Mucho más en Asís.


M.D.




 

1 comentario:

Eagleheart dijo...

Y mira que muchos tienen la hipótesis como un ataque a la Iglesia (ya lo has visto más que yo). Eso sí, ya he visto a algunos muy emocionados con este encuentreo; gente sencilla, no gente de los medios, hablando del espíritu de Asís.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.

Salu2. Paz y Bien.