viernes, 30 de septiembre de 2011

Dante, Don Bosco y los ángeles tibios... La dimisión del Papa. (I)


enseñado me había por su hueco
muchas lunas, cuando un mal sueño tuve
que me rasgó los velos del futuro.


Estamos en un tema complicado, casi de triple salto mortal, pero tan interesante, que sin duda nos dejará con la boca abierta. Desde Dante a los ángeles y centrado en la tibieza todo este asunto de la dimisión del Papa podría enlazar con un sueño de Don Bosco que además se presenta como profético.


Elementos a conocer, que iremos tratando en entradas sucesivas:

1. La percepción de la tibieza en la Divina Comedia.
2. El sueño de las dos columnas de Don Bosco
3. Una parte oscura y poco conocida de la angeleología que trata de los ángeles tibios.
4. La posibilidad de que un Papa dimita.

Una vez que conozcamos todos estos elementos podré entrar al tema conclusivo donde quizás rasguemos los velos del futuro en nuestra ansia por entender el presente de la Iglesia. De momento y para caldear el ambiente les invito a que lean esta magnífica entrada en el blog Ex Orbe.

M.D.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Los santos arcángeles

Estos órdenes miran a lo alto,
y abajo tanto influyen, que hacia Dios
son arrastrados y de todo arrastran.


Estos arcángeles asisten a los mártires mientras padecen, como también a todos aquellos que padecen persecución por la causa de Dios. En esas horas manda el bondadoso Señor, por medio de San Miguel, a un armado arcángel como protector de aquella persona perseguida. ¡Cuántos actos heroicos de propio vencimiento, de abnegación, y cuántos actos de fortaleza, sobre todo, hacen esas almas, y no pensarán quizá que lo deben a su ángel y a la ayuda que les presta! ¡Los ángeles son tan fieles en el servir a los hombres, y éstos son tan ingratos hacia sus santos ángeles custodios!

No cabe duda que hay una extraña coincidencia entre el abandono de la oración a San Miguel Arcángel al final de la Santa Misa y la gran crisis presente de la Iglesia. No se ve a simple vista, pero basta mirar a los que trataron a los ángeles durante siglos para entenderlo y el maltrato que se les da hoy día. 

Del la obra de donde he tomado la cita anterior, esta otra sirva de meditación sobre lo que conviene tratar a los ángeles:
Aun entre los ángeles malos y demonios hay un orden mayor que acá en la tierra. Aquel lugar de donde un ángel se aleja, luego viene un demonio a ocuparlo, ejerciendo en él su. actividad
Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. 
Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. 
Imperet illi Deus, supplices deprecamur. 
Tuque princeps militiae caelestis, 
Satanam aliosque spiritus malignos, 
qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo 
divina virtute in infernum detrude. Amen

 M.D.

Traducción de la súplica dirigida al Santo Padre

Y con su inspiración tú me inspiraste
con tu carta después; y ahora estoy lleno, 
y en los otros revierto vuestra lluvia.

 Ofrecemos nuestra traducción de la súplica dirigida recientemente al Santo Padre pidiendo la revisión del Concilio y a la que nos referíamos en el tema "El Concilio, frontera difícil". (Si alguien encuentra errores o mejoras, le agradecemos que los aporte en los comentarios)

Al Santo Padre Benedicto XVI, Sumo Pontífice, felizmente reinante, para que promueva un exámen exhaustivo del Concilio Ecuménico pastoral Vaticano II - Santidad, monseñor Brunero Gherardini, un sacerdote de la diócesis de Prato y canónigo de la Basílica de San Pedro, ex profesor de Eclesiología en la Pontificia Universidad Lateranense, y decano de los teólogos italianos, ha dirigido a Su Santidad en 2009, una sentida y a modo de respetuosa súplica, con el objetivo de obtener la aprobación para el comienzo de un ponderado y público discurso crítico sobre los textos del Concilio Vaticano II . A esta petición se ha unido se ha unido perfectamente en 2010 el profesor Roberto de Mattei, docente de Historia de la Iglesia y el cristianismo en la Universidad Europea de Roma, vicepresidente del Consejo Nacional para la Investigación. En su petición, el prof. Gherardini, ha escrito: "Por el bien de la Iglesia - y más específicamente para la aplicación de la "salus animarum", que es la primera y "suprema lex"- después de décadas de libre creatividad exegética, teológica, litúrgica, histórica y "pastoral" en el nombre del Concilio Ecuménico Vaticano II, me parece urgente que se haga un 'poco de claridad, respondiendo con autoridad sobre la continuidad del mismo - no de forma gratuita sino demostrada- con los otros concilios y sobre su fidelidad a la Tradición vigente desde siempre en la Iglesia. De hecho, parece difícil si no imposible, recurrir a la hermenéutica de la continuidad deseada [con todo el Magisterio anterior] a menos que primero se haya procedido a un análisis minucioso y científico de los distintos documentos, de su conjunto y de cada uno de sus argumentos, de sus fuentes inmediatas y remotas, y si continua en lugar de hablar sólo repitiendo el contenido y presentarlo como una absoluta novedad.

    Un examen de tal alcance va mucho más allá de las posibilidades operativas de una sola persona, no sólo porque un mismo tema requiere ser tratado en diferentes niveles -histórico, patrístico, jurídico, filosófico, litúrgico, teológico, exegético, sociológico, científico- sino también porque cada documento conciliar toca decenas y decenas de temas que sólo los respectivos especialistas son capaces de dominar.
    Al pensar en esto, desde hace tiempo nació en mí la idea -que ahora me atrevo a presentar a Su Santidad- de una grandiosa y posiblemente definitiva puesta a punto sobre el último Concilio en cada uno de sus aspectos y contenidos. Parece, de hecho, lógico y apropiado que todos los aspectos y contenidos vengan a ser estudiados en sí mismos y contextualmente en todos los demás, con la vista fija en todas las fuentes, y bajo el ángulo específico del Magisterio eclesiástico anterior, el solemne y el ordinario. De tal trabajo científico amplio y ejemplar, comparado con los resultados fiables de la atención crítica a la enseñanza secular de la Iglesia, será posible tener un debate para una evaluación fiable y objetiva del Vaticano II en respuesta a las siguientes - entre muchas otras – preguntas:

    1.¿Cual es su verdadera naturaleza?

    2.Su cualidad pastoral - de la que se deberá definir el concepto con autoridad - ¿Qué relación puede tener con su posible carácter dogmático? ¿Se concilia con el mismo? ¿Lo presupone? ¿Lo contradice? ¿Lo ignora?

    3.¿Es propiamente posbible definir como dogmático al Vaticano II? ¿Y entonces referirse al mismo como dogmático? ¿Se han de basar en esto nuevas afirmaciones teológicas? ¿En qué sentido? ¿Con qué limitaciones?

    4.Es un "acontecimiento" en el sentido de los profesores de Bolonia [prof. Giuseppe Alberigo y su escuela], que rompe los lazos con el pasado y establece una era nueva en todos los sentidos? ¿O bien todo el pasado revive en el mismo "eodem sensu eademque sententia"?
    Está claro que la hermenéutica de la ruptura y aquella de la continuidad dependerán de las respuestas que se den a estas preguntas. Pero si la conclusión científica del exámen dará la hermenéutica de la continuidad como la única legítima y posible. a continuación, tendrá que demostrar - más allá de cualquier afirmación gratuita- que la continuidad es real, y esto ocurre sólo en la identidad dogmática de fondo. Si esta, en todo o en parte, no resulta científicamente provada, habría que decirlo con serenidad y franqueza, en respuesta a la necesidad de claridad sentida y esperada desde hace ya casi medio siglo "(1).

    En su reciente, documentadísima, historia innovadora del Concilio Vaticano II, que finalmente ha ofrecido al público un cuadro preciso, realista, de los atormentados y dramáticos sucesos de aquel Concilio, el profesor de Mattei, concluía de esta manera:
    "Al final de este volumen, permítanme referirme con reverencia a Su Santidad Benedicto XVI, al que reconozco como sucesor de Pedro, con el cual me siento indisolublemente vinculado , exresándole un profundo agradecimiento por haber abierto la puerta a un debate serio sobre el Concilio Vaticano II. En este debate reitero que no he querido ofrecer la contribución del teólogo sino del historiador, pero uniéndome a las peticiones de aquellos teólogos que piden respetuosa y filialmente al Vicario de Cristo en la tierra el promover un examen minucioso del Concilio Vaticano II, en todas sus complejidad y extensión, para verificar su continuidad con el viento de los concilios anteriores y para disipar las sombras y las dudas que desde hace casi medio siglo, hacen sufrir a la Iglesia, a pesar de la certeza de que nunca las puertas del infierno prevalecerán contra ella (Mateo 16:18) "(2).

    Nosotros, los abajo firmantes, desde simples creyentes que somos, nos sumamos plenamente a estas autorizadas y respetuosas demandas. Seguros de no perder el respeto filial a Su Santidad, nos gustaría agregar a ellas, para terminar, como sintético ejemplo de la delicada materia, algunas de entre las "muchas preguntas", que en nuestra humilde opinión sin duda merecen una respuesta finalmente clarificadora ,como resultado del análisis de la prof. Gherardini y teólogos e intelectuales que, desde el comienzo del postconcilio, han luchado para lograr claridad en el Vaticano II:

    5. ¿Cuál es el significado exacto que se atribuye al concepto de "tradición viva", aparecido en la Constitución sobre la divina revelación Dei Verbum? En su reciente monografía sobre el concepto básico de la tradición católica, el prof. Gherardini ha argumentado que en el Vaticano II se habría producido incluso una "revolución copernicana" en el modo de concebir la Tradición de la Iglesia, ya que no está claramente definido el valor dogmático de la Tradición (DV 8); pues se obra una inusitada reductio ad Unum de las dos fuentes de la Divina Revelación (Escritura y Tradición) admitidas desde siemrpe en la Iglesia y confirmadas en los dogmáticos Trento y Vaticano I (DV 9), y aparece como un ataque al dogma de la inerrancia de los Textos Sagrados (DV 11,2), porque "después de afirmar que todo lo que los escritores sagrados dijeron proviene del Espíritu Santo, la característica de la inerrancia se atribuye sólo a la "verdad de salvación"o"salvífica”,a una parte del todo ("veritatem, quam Deus nostrae salutis Litteris causae sacris consignari voluit "). Pero si el Espíritu Santo inspiró todo los que los hagiógrafos han escrito, la inerrancia debe aplicarse a todo, no sólo a las verdades salvíficas. El texto parece un poco ilógico "(3).

    6. ¿Cuál es el significado exacto que ha de atribuirse a la nueva definición de la Iglesia católica, contenida en la Constitución Dogmática (pero que no define dogmas) Lumen Gentium sobre la Iglesia? Si coincide con la de siempre - que sólo la Iglesia Católica es la única verdadera Iglesia de Cristo, porque es la única en que ha permanecido intacto a lo largo de los siglos, el depósito de la fe instituido por nuestro Señor y los Apóstoles bajo la guía del Espíritu Santo- ¿por qué se ha querido cambiar, escribiendo, en un modo que no es fácilmente comprensible para el simple creyente y nunca explicado claramente (todo hay que decirlo), que "la única" Iglesia de Cristo "subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y los obispos en comunión con él, incluso fuera de su cuerpo se encuentran muchos elementos de santificación y de verdad, que pertenecen propiamente al don de Dios a la Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad católica "? ¿No parece en esta formulación que la Iglesia católica aparece como una simple parte de la Iglesia de Cristo? ¿Una parte, ya que la Iglesia de Cristo, así como la Iglesia Católica, también abarca "muchos elementos de santificación y de verdad" en lugares "fuera" de la Iglesia Católica? Con la consecuencia de que "la única religión verdadera, que subsiste en la Iglesia Católica" (Dignitatis Humanae Declaración sobre la Libertad Religiosa, 1.2) sería la de una "Iglesia de Cristo" que tiene "elementos" fuera de la Iglesia Católica. ¿Y quien lo desee no puede decir, entonces, que "la única religión verdadera" para el Concilio subsiste también en los "elementos" no-católicos de la "Iglesia de Cristo"? (4)

    7. ¿Qué se ha significado en realidad con la intención de atribuir a la noción de la Iglesia considerada mundialmente como "Pueblo de Dios" (Lumen Gentium, 9-17), un concepto que alguna vez significó sólo una parte del todo, representando esto último, sin embargo, el Cuerpo " místico de Cristo "?

    8. ¿Qué significado debe ser atribuido a la omisión de los términos "sobrenatural" y "transubstanciación" en los textos del Concilio? ¿Esta acaso implicada esta omisión, con los conceptos relacionados, tal como sostienen algunos?

    9. ¿Cuál es el significado exacto del nuevo modo de entender la colegialidad? ¿Como debemos considerar, a la luz de la enseñanza perenne de la Iglesia, la interpretación que da la nota explicativa previa colocada en la parte inferior de la Lumen Gentium (a fin de resolver la ardiente controversia sobre la materia entre los padres conciliares)? Nos estamos refiriendo a las dudas claramente expuestas en su momento por Romano Amerio:
    "La Nota previa rechaza en la colegialidad la interpretación clásica, según la cual el sujeto de la suprema potestad en la Iglesia es sólo el Papa, que la comparte, cuando quiere, con la universalidad de los obispos que son llamados por él a Concilio. La suprema potestad es sólo colegial para comunicación ad nutum [para un guiño]del Papa. La Nota previa rechaza igualmente la doctrina neoterica [los innovadores presentes en el Concilio] según la cual el sujeto de la suprema potestad en la Iglesia es el colegio unido con el Papa y no sin el Papa, que es la cabeza, pero de tal manera que cuando el Papa ejercita el solo la suprema potestad, la ejercita precisamente en cuanto cabeza del colegio y de ahí que como representante del colegio tiene la obligación de consultar para expresar el significado. Es la posición teóricca caracterizada por el origen multitudinario [Demócrata] de la autoridad, difícilmente compatible con la constitución de la Iglesia [que es de origen divino y jerárquica, no popular]. Neando una u otra de estas dos teorías la Nota previa mantiene firme que la potestad suprema está en efecto en el colegio de los obispos unidos a la cabeza, [y esta es la gran novedad], pero que su cabeza puede ejercerla con independencia del colegio, mientras que el colegio no puede hacerlo independientemente de la cabeza [y esto sería la concesión a la tradición] "(5).
    ¿Y es exacto sostener que la concesión de potestades jurídicas, aquellas de un verdadero y propio colegio, a la institución de la Conferencia Episcopal, de hecho ha degradado y distorsionado la figura del obispo? De hecho, hoy en día, los obispos, tomados individualmente, no parecen contar en la práctíca para nada en la Iglesia (perdone Su Santidad mi franqueza). En este punto, también dice Amerio:
    "La innovación más relevante en la Iglesia postconciliar está en haber dado a la participación de todos los sectores de la Iglesia de órganos jurídicamente definidos, como el sínodo permanente de obispos, las conferencias episcopales, los sínodos diocesanos y nacionales, los consejos pastorales y sacerdotales, y así sucesivamente [...] La constitución de las Conferencias Episcopales ha tenido dos efectos: ha deformado la estructura orgánica de la Iglesia y ha generado la desautorización de los obispos. Los obispos, según el derecho preconciliar, son los sucesores de los Apóstoles y rigen cada uno su propia diócesis, con potestad ordinaria, en lo espiritual y temporal, ejercitando potestad legislativa, judicial y coercitiva (cánones 329 y 335 del CIC 1917). La autoridad era precisa, individual y, salvo en la institución del Vicario General, indelegable (el vicario general estaba, precisamente, ad nutum del obispo) [...] El Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos Christus Dominus atribuye al cuerpo episcopal la colegialidad, es decir, "la potestad suprema y plena sobre la Iglesia universal", que sería igual a la del Romano Pontífice, si se pudiera ejercitar sin el consentimiento del Romano Pontífice. Esta suprema potestad siempre ha sido reconocida [sólamente] a la asamblea de obispos reunidos por el Papa en un concilio ecuménico. Pero la pregunta que surge es si una autoridad que es puesta en acto sólo por una instancia superior a ella, puede seguir considerándose como suprema y si no queda en una mera virtualidad y casi en un ens rationis. Sin embargo, según la mente del Concilio Vaticano II, el ejercicio de la potestad episcopal en la que se concreta la colegialidad, es la de las Conferencias Episcopales.

    Aquí es singular como el decreto Christus Dominus (núm. 37) encuentra la razón de esta nueva institución en la necesidad para los obispos de un mismo país de trabajar para preservar, y cómo no vea que este vínculo de cooperación ya legalmente configurado alterar el ordenamiento de la Iglesia al reemplazar al obispo con un cuerpo de obispos y a la responsabilidad personal con una responsabilidad colectiva, que es una fracción de la responsabilidad [...] Con el establecimiento de las Conferencias Episcopales, la Iglesia es ahora un cuerpo policéntrico [...] La primera consecuencia de la nueva autoridad es por tanto un debilitamiento del vínculo de la unidad [con el Papa] que se ha manifestado con grandes disensiones sobre puntos gravísimos [tales como la doctrina de la encíclica Humanae Vitae, de 25/7/1968, que prohíbe el uso de anticonceptivos]. La segunda consecuencia es la desautorización de cada uno de los obispos en cuanto tales; ellos no responden más ante el propio pueblo ni ante la Santa Sede: de la responsabilidad individual en realidad se hace cargo una responsabilidad colectiva que, estando en todo el cuerpo, no se puede colocar en los componentes individuales de la cuerpo "(6).

    10. ¿Cuál es el significado exacto que se debe dar hoy a la figura del sacerdote, este pilar de la verdadera Iglesia, rebautizado “presbitero” por razones que para los fieles son oscuras? ¿Es cierto que ya desde el Concilio el sacerdote, de ser "sacerdote de Dios" se ha abajado a "sacerdote del pueblo de Dios" y se limita principalmente a las funciones de "animador" y "presidente” de las asambleas del "Pueblo de Dios" y " trabajador social "? Se critica a este respecto: Lumen Gentium 10,2 que parece equiparar el sacerdocio "ministerial" o "jerárquico" con el llamado sacerdocio "comúnde los fieles" –considerado en el pasado un simple título honorífico - al afirmar que ambos "están ordenados el uno al otro" ("a invicem tamen ordinantur") (ver también LG, 62,2); LG, 13,3 parece indicar que el sacerdocio como una simple "función" del "Pueblo de Dios"; el hecho de que se ponga en primer lugar de la "función" sacerdotal la predicación del Evangelio (Decreto Presbyterorum Ordinis sobre la Vida y Ministerio Sacerdotal, 4 "en su calidad de colaboradores de los obispos, los sacerdotes tienen el deber primero en anunciar a todos el Evangelio de Dios "), cuando en realidad el Concilio dogmático de Trento reiteró que lo que caracteriza la misión del sacerdote es en primer lugar "el poder de consagrar, ofrecer, administrar el cuerpo y la sangre del Señor" y en segundo lugar, el de "perdonar o retener los pecados" (DS, 957/1764). ¿Y es cierto que el Vaticano II devalúa de hecho el celibato eclesiástico al afirmar que la continencia "perfecta y perpetua por el Reino de los cielos, recomendada por Cristo el Señor [...] siempre ha sido considerado por la Iglesia como particularmente adecuada para el sacerdocio [aunque] no es exigida por la naturaleza del sacerdocio" (Presbyterorum Ordinis, 16), afirmación esta última justificada con una mala interpretación de 1 Tm 3, 2-5 y Tt 1,6?

    11. ¿Cuál es el significado exacto del principio de la "creatividad" en la Sagrada Liturgia, que sin duda es resultado de haber otorgado amplias facultades en la materia a las Conferencias Episcopales, incluyendo una capacidad completa de experimentar con nuevas formas de culto, para adaptarse a la naturaleza y las tradiciones de los pueblos y para simplificar al máximo? Esto se propone en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium: artículo 22.2 acerca de la nueva responsabilidad de las Conferencias Episcopales; 37, 38, 39 y 40 en la adaptación a la naturaleza y las tradiciones de los pueblos y en los criterios de adaptación de la liturgia en general; Art. 21 y 34 en la simplificación de la liturgia. ¿No fue firmemente condenada en todo momento por el magisterio de la Iglesia una similar facultad de innovar en el campo de la liturgia? ¿Es cierto que la SC impone siempre el control de la Santa Sede sobre la liturgia y sus innovaciones (SC 22.1, 40.1 y .2), pero que este control se ha demostrado incapaz de evitar la devastación capilar de la liturgia, que ha alejado a tantos fieles de la Iglesia y que aún hoy continúa a pesar de la acción disciplinar y de eliminación de los abusos inaugurada y firmemente mantenida por Su Santidad? ¿No podrían arrojar luz sobre las razones de este fracaso los estudios cualificados que deseamos?
    Por razones obvias no podemos ir a todas las preguntas que producen en cada uno los textos del Concilio con la situaciçon actual de la Iglesia. Muchas preguntas quedarían aún por hacerse, entre otras cosas, sobre las cuestiones fundamentales de la libertad de conciencia y el ecumenismo. En este sentido, permítame agregar sólo lo siguiente:

    12. El principio de la libertad religiosa proclamada por el Concilio por primera vez en la historia de la Iglesia, como un "derecho humano" o "natural" de la persona, sea cual sea su religión, tan frecuente en relación con el derecho de la única Verdad Revelada (nuestra religión católica) a ser profesada como religión verdadera con preferencia de las otras, no reveladas y por tanto no provenientes de Dios; este principio, que se basa en la suposición de que todas las religiones son iguales, y cuya aplicación, por lo tanto, siempre ha promovido la indiferencia, el agnosticismo y finalmente el ateismo; tal como lo entiende el Concilio, ¿en que cosa se distingue realmente de la libertad laica de conciencia, erigida en el lugar de honor entre los "derechos humanos" profesados por la ultralaica y anticristiana Revolución Francesa?

    13. ¿No parece conducir también a un resultado similar (el indiferentismo y la pérdida de la fe), el ecumenismo de hoy, ya que su objetivo real parece ser no tanto la conversión (en lo posible) del género humano a Cristo cuanto su unidad e incluso la unificación en un nuevo tipo de iglesia o religión mundial, capaz de abrir – se espera- una era mesiánica de paz y fraternidad entre todos los pueblos? ¿Si esas son sus metas, que en parte ya se encuentra en la Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia y el mundo contemporáneo, el diálogo ecuménico actual no parece deslizarse peligrosamente cerca de un "acuerdo entre Cristo y Belial"? (7)¿Y no debería ser objeto de revisión todo el ajuste "dialogal" de la Iglesia postconciliar con el mundo contemporaneo,?

    Santidad,
    Las preguntas que hemos tenido la osadía de hacer en esta humilde súplica, pueden ciertamente disgustar a esa parte de la jerarquía que ya ha mostrado que no les gusta la petición presentada hace dos años por el profesor Gherardini. Es esa parte de la jerarquía que no parece haberse dado cuenta –permítasenos el decirlo- la excepcional gravedad de la crisis que aflige por casi medio siglo a la Santa Iglesia; crisis, cuyos signos preconciliares explosionaron en el Concilio, como lo ha deostrado el libro del profesor De Mattei, y antes de eso, de forma más sucinta, las obras de P. Ralph, M. Wiltgen SVD y el profesor Romano Amerio.

    A nuestra conciencia de creyentes, la petición manifestada con todo el respeto en esta Súplica aparece perfectamente en armonía, nos atrevemos a decir, con la obra de restauración, renovación y limpieza de la Iglesia militante, llevada a cabo con valentía por Vuestra Santidad, a pesar de resistencias y dificultades de todo tipo, conocidas por todos. No nos referimos sólamente a la inflexible acción emprendida por Vuestra Santidad en contra de la corrupción de la moral que ha penetrado en una parte del clero y de la obra de recuperación iniciada respecto a ciertas conocidas instituciones católicas de caridad y asistencia, que de católicas han conservado poco más que el nombre, como parece ser. Nos referimos también a la "liberalización" de la celebración de Santa Misa del rito romano antiguo (impropiamente llamada "Tridentina", porque su canon databa, según una consolidada tradición, del tiempo de los apóstoles) y la administración de los Santos Sacramentos y el rito del Exorcismo según el ritual preconciliar. Nos referimos también a Vuestra remisión de la excomunión que pesaba (por conocidas razones disciplinarias) sobre los obispos de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el arzobispo Marcel Lefebvre, que habían solicitado respetuosa pero tenazmente dicha “liberalización” a Su Santidad, promoviendo con este fin también una "Cruzada Internacional del Santo Rosario", que recibió una amplia adhesión entre los fieles.

    En todas estas medidas, por supuesto, extremadamente importante para el renacimiento de la Iglesia, tomadas de Motu proprio, en Vuestra plena autoridad de Sumo Pontífice, que obtiene la potestad jurisdiccional sobre toda la Iglesia de Nuestro Señor, nuestro sensus fidei de simples católicos ha visto manifestada la obra del Espíritu Santo. Por consiguiente, concluimos nuestra humilde petición invocando la ayuda del Espíritu Santo para que Su Santidad, en la obra de restauración realizada, donde vuelve una vez más a poner a Cristo en el centro del catolicismo (Efesios 1, 10), pueda también incluir la deseada revisión del Concilio.

    Con toda nuestra devoción filial y reverencia,
    in Domino et in corde Mariae
    24 de septiembre de 2011

    Firma esta petición al Santo Padre, Benedicto XVI

    1. Prof. Paolo Pasqualucci, profesor de filosofía
    2. Monseñor Brunero Gherardini, decano de los teólogos italianos, Profesor de Eclesiología
    3. Prof. Roberto de Mattei, Universidad Europea de Roma
    4. Prof. Luigi Coda Nunziante, a título personal y como presidente de la Asociación "Famiglia Domani"
    5. Dr. Paolo Deotto, director de Riscossa Crisitana,
    6. El profesor Piero Vassallo, docente de filosofía, co-director de Riscossa Cristiana
    7. Prof. Emilio Biagini
    8. Prof. Paolo Mangiante
    9. Prof. Primo Siena
    10. Dr. Luciano Garibaldi
    11. Dr. Mauro Faverzani
    12. Dra. Virginia Coda Nunziante
    13. Dr. Pucci Cipriani.
    14. El Dr. Norman Malaguti


 M.D.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El Concilio, Frontera Difícil


Y comenzó: Tú mismo te entorpeces
con una falsa idea, y no comprendes
lo que podrías ver si la desechas.

En los días de la euforia conciliar, el entonces sacerdote redentorista, Juan Arias, publicaba un libro titulado "El Concilio Frontera Difícil". A poco que se lee, percibimos en él todos los tópicos tan vividos entonces y que anunciaban la tragedia que estamos viviendo en la Iglesia. La tragedia que el mismo Juan Arias, ex-sacerdote y casado ya dos veces, y con un recorrido intelectual característico y tantas veces visto, ha vivido y vive en su alma particular. Una tragedia que para él a lo mejor no es tragedia, sino comedia, pero que forma parte de la Divina Comedia que vivimos en estos tiempos por la misericordia de Dios.

Juan Arias es uno más entre millones de católicos que han sido y serán, pero el Concilio está ahí. Permanece como una frontera difícil. Lo era en su día y lo es hoy. El Concilio Vaticano II, contra el mismo ser del Concilio que no quiso definir nada, se ha convertido en una frontera. Una frontera donde se acostumbra a clavar carteles definitorios que dividen a los fieles y los dejan fuera de la Iglesia según se lean de un lado u otro. Es la frontera difícil donde nunca se sabe en qué lado está la tierra que se posee y quien la posee. El asunto recuerda a los polémicos versos finales de esa famosa canción de Woody Guthrie "This land is your land" y como el autor se pregunta si la visión de su gente hambrienta por la ciudad permite afirmar que esa tierra es suya. Lo mismo ocurre con el Concilio. La visión de las almas desnutridas y hambrientas de Dios a ambos lados de la frontera nos hacen dudar de la realidad y naturaleza de esa frontera. ¿Qué es? ¿Para qué está? ¿En qué nos ayuda?



Es uno de los temas teológicos más importantes del siglo entrante. El debate que se ha de dar sobre el Concilio Vaticano II supone el poner sobre la mesa una puerta de esperanza ante el sinsentido en que vivimos desde 1962. Cuando estamos acostumbrados a oir noticias sobre cartas mandadas al Papa (normalmente en términos de chantaje o coacción) para seguir acumulando disparates doctrinales y disciplinares que sólo hacen aumentar la hambruna, el que un grupo de personas ilustres haya pedido al Papa por escrito que se abra el debate teológico sobre el Concilio es un signo de esperanza para nuestra tierra y gentes hambrientas. Esto era impensable en los días que Juan Arias escribía como sacerdote. Entre los firmantes vemos a monseñor Gherardini, que ha sacado un nuevo libro sobre el asunto hace unos días. Ya volveremos sobre él.

La carta viene en italiano en Pontifex:


Al Santo Padre Benedetto XVI, Sommo Pontefice, felicemente regnante, affinché voglia promuovere un approfondito esame del pastorale Concilio Ecumenico Vaticano II - Santità, Mons. Brunero Gherardini, sacerdote della diocesi di Prato e canonico della Basilica di S. Pietro, già Ordinario di Ecclesiologia nella Pontificia Università Lateranense e Decano dei teologi italiani, ha rivolto alla Santità Vostra nel 2009 una accorata quanto rispettosa Supplica, mirante ad ottenere l'autorizzazione all'inizio di un ponderato e pubblico discorso critico sui testi del Vaticano II. A questa Supplica si è idealmente associato nel 2010 il prof. Roberto de Mattei, docente di Storia della Chiesa e del Cristianesimo all'Università Europea di Roma, vice presidente del Consiglio Nazionale delle Ricerche. Nella sua Supplica, il prof. Gherardini ha scritto: “Per il bene della Chiesa – e più specificamente per l'attuazione della 'salus animarum' che ne è la prima ...
... e 'suprema lex' – dopo decenni di libera creatività esegetica, teologica, liturgica, storiografica e “pastorale” in nome del Concilio Ecumenico Vaticano II, a me pare urgente che si faccia un po' di chiarezza, rispondendo autorevolmente alla domanda sulla continuità di esso – non declamata, bensì dimostrata – con gli altri Concili e sulla sua fedeltà alla Tradizione da sempre in vigore nella Chiesa. Sembra, infatti, difficile, se non addirittura impossibile, metter mano all'auspicata ermeneutica della continuità [con tutto il Magistero precedente], se prima non si sia proceduto ad un'attenta e scientifica analisi dei singoli documenti, del loro insieme e d'ogni loro argomento, delle loro fonti immediate e remote, e si continui invece a parlarne solo ripetendone il contenuto e presentandolo come una novità assoluta.
Un esame di tale e tanta portata trascende di gran lunga le possibilità operative d'una singola persona, non solo perché un medesimo argomento esige trattazioni su piani diversi – storico, patristico, giuridico, filosofico, liturgico, teologico, esegetico, sociologico, scientifico – ma anche perché ogni documento conciliare tocca decine e decine d'argomenti che solo i rispettivi specialisti son in grado di signoreggiare.
A ciò ripensando, da tempo era nata in me l'idea – che oso ora sottoporre alla Santità Vostra – d'una grandiosa e possibilmente definitiva mess'a punto sull'ultimo Concilio in ognuno dei suoi aspetti e contenuti. Pare, infatti, logico e doveroso che ogni suo aspetto e contenuto venga studiato in sé e contestualmente a tutti gli altri, con l'occhio fisso a tutte le fonti, e sotto la specifica angolatura del precedente Magistero ecclesiastico, solenne ed ordinario. Da un così ampio ed ineccepibile lavoro scientifico, comparato con i risultati sicuri dell'attenzione critica al secolare Magistero della Chiesa, sarà poi possibile trarre argomento per una sicura ed obiettiva valutazione del Vaticano II in risposta alle seguenti – tra molte altre – domande:
1.Qual è la sua vera natura?
2.La sua pastoralità – di cui si dovrà autorevolmente precisare la nozione – in quale rapporto sta con il suo eventuale carattere dogmatico? Si concilia con esso? Lo presuppone? Lo contraddice? Lo ignora?
3.È proprio possibile definire dogmatico il Vaticano II? E quindi riferirsi ad esso come dogmatico? Fondare su di esso nuovi asserti teologici? In che senso? Con quali limiti?
4.È un “evento” nel senso dei professori bolognesi [del prof. Giuseppe Alberigo e della sua scuola], che rompe cioè i collegamenti col passato ed instaura un'era sotto ogni aspetto nuova? Oppure tutto il passato rivive in esso “eodem sensu eademque sententia”?
È evidente che l'ermeneutica della rottura e quella della continuità dipendono dalle risposte che si daranno a tali domande. Ma se la conclusione scientifica dell'esame porterà all'ermeneutica della continuità come l'unica doverosa e possibile, sarà allora necessario dimostrare – al di là di ogni declamatoria asseverazione – che la continuità è reale, e tale si manifesta, solo nell'identità dogmatica di fondo. Qualora questa, o in tutto o in parte, non risultasse scientificamente provata, sarebbe necessario dirlo con serenità e franchezza, in risposta all'esigenza di chiarezza sentita ed attesa da quasi mezzo secolo”(1).
Nella sua recente, documentatissima, innovatrice storia del Vaticano II, che ha finalmente offerto al pubblico un quadro preciso, realistico delle tormentate e drammatiche vicende di quel Concilio, il prof. de Mattei, così concludeva:
“Al termine di questo volume mi sia permesso rivolgermi con venerazione a Sua Santità Benedetto XVI, nel quale riconosco quel successore di Pietro a cui mi sento indissolubilmente vincolato, esprimendogli un profondo ringraziamento per aver aperto le porte a un serio dibattito sul Concilio Vaticano II. A questo dibattito ribadisco di aver voluto offrire il contributo non del teologo, ma dello storico, unendomi però alle suppliche di quei teologi che chiedono rispettosamente e filialmente al Vicario di Cristo in terra di promuovere un approfondito esame del Concilio Vaticano II, in tutta la sua complessità ed estensione, per verificare la sua continuità con i venti Concili precedenti e per dissipare le ombre ei dubbi che da quasi mezzo secolo rendono sofferente la Chiesa, pur nella certezza che mai le porte degli Inferi prevarranno su di Essa (Mt 16,18)” (2).
Noi sottoscritti, da semplici credenti quali siamo, ci associamo integralmente a queste autorevoli e rispettose richieste. Sicuri di non mancare al nostro filiale rispetto nei confronti di Vostra Santità, ci permettiamo di aggiungere ad esse, ad ulteriore se pur sintetica illustrazione della delicata materia, alcune tra “le molte altre domande” che a nostro umile avviso sicuramente meriterebbero una risposta finalmente chiarificatrice, così come risultano dalle analisi del prof. Gherardini e dei teologi ed intellettuali che, sin dall'inizio del Postconcilio, si sono battuti per ottenere chiarezza sul Vaticano II:
5. Qual è il significato esatto da attribuire al concetto di “tradizione vivente” comparso nella costituzione Dei Verbum sulla divina Rivelazione? Nella sua recente fondamentale monografia sul concetto di tradizione cattolica, il prof. Gherardini ha sostenuto che nel Vaticano II si sarebbe verificata addirittura una “Rivoluzione Copernicana” nel modo di concepire la Tradizione della Chiesa, poiché non vi è chiaramente definito il valore dogmatico della Tradizione (DV, 8); vi si opera un'inusitata reductio ad unum delle due fonti della Divina Rivelazione (Scrittura e Tradizione) da sempre ammesse nella Chiesa e confermate nei dogmatici Tridentino e Vaticano Primo (DV, 9); vi compare addirittura un attentato al dogma dell'inerranza dei Sacri Testi (DV, 11.2), perché “ dopo aver affermato che tutto ciò che gli agiografi asseriscono viene dallo Spirito Santo, la caratteristica dell'inerranza viene attribuita solamente alla 'verità salutare' o 'salvifica', ad una parte del tutto (“veritatem, quam Deus nostrae salutis causae Litteris Sacris consignari voluit”). Ma se lo Spirito Santo ha ispirato tutto ciò che gli agiografi hanno scritto, l'inerranza dovrebbe applicarsi a tutto, non alle sole verità salvifiche. Il testo appare perciò illogico”(3).
6. Qual è il significato esatto da attribuire alla nuova definizione della Chiesa Cattolica, contenuta nella costituzione dogmatica (che tuttavia non definisce dogmi) Lumen gentium sulla Chiesa? Se essa coincide con quella di sempre – che solo la Chiesa cattolica è l'unica e vera Chiesa di Cristo perché l'unica ad aver mantenuto intatto nei secoli il deposito della fede istituito da Nostro Signore e dagli Apostoli sotto la guida dello Spirito Santo – perché si è voluto cambiare, scrivendo, in modo non facilmente comprensibile al semplice credente e mai chiaramente spiegato (bisogna pur dirlo), che “l'unica” Chiesa di Cristo “sussiste nella Chiesa cattolica, governata dal successore di Pietro e dai vescovi in comunione con lui, ancorché al di fuori del suo organismo si trovino parecchi elementi di santificazione e di verità, che, appartenendo propriamente per dono di Dio alla Chiesa di Cristo, spingono verso l'unità cattolica”? In questa formulazione, non sembra che la Chiesa cattolica appaia come semplice parte della Chiesa di Cristo? Parte, poiché la Chiesa di Cristo, oltre alla Chiesa cattolica, ricomprenderebbe anche “parecchi elementi di santificazione e verità” posti “al di fuori” della Chiesa cattolica? Con la conseguenza che “l'unica vera religione che sussiste nella Chiesa cattolica” (Dichiarazione Dignitatis Humanae sulla libertà religiosa, 1.2) sarebbe quella di una “Chiesa di Cristo” che possiede “elementi” al di fuori della Chiesa cattolica. E chi vuole non può forse intendere, allora, che “l'unica vera religione” sussiste per il Concilio anche negli “elementi” non-cattolici della “Chiesa di Cristo”?(4)
7. Qual è l'effettivo significato da attribuire alla nozione di Chiesa intesa globalmente come “Popolo di Dio” (Lumen gentium, 9-17), nozione che in passato indicava solo una parte del tutto, rappresentato quest'ultimo, invece, dal “Corpo mistico di Cristo”?
8. Che significato bisogna attribuire all'omissione dei termini “sovrannaturale” e “transustanziazione” dai testi del Concilio? Quest'omissione coinvolge forse anche i relativi concetti, come sostengono alcuni?
9. Qual è il significato esatto del nuovo modo di intendere la collegialità? L'interpretazione che ne dà la Nota esplicativa previa posta in calce alla Lumen gentium (al fine di dirimere la controversia divampante in materia presso i Padri conciliari) come dobbiamo considerarla alla luce dell'insegnamento perenne della Chiesa? Ci riferiamo ai dubbi lucidamente esposti a suo tempo da Romano Amerio:
“La Nota praevia respinge della collegialità l'interpretazione classica, secondo la quale il soggetto della suprema potestà nella Chiesa è solo il Papa che la condivide, quando voglia, con l'universalità dei vescovi da lui chiamati a Concilio. La potestà somma è collegiale solo per comunicazione ad nutum [ad un cenno] del Papa. La Nota praevia respinge parimenti la dottrina neoterica [dei Novatori presenti in Concilio] secondo la quale il soggetto della suprema potestà nella Chiesa è il collegio unito col Papa e non senza il Papa che ne è il capo, ma in guisa tale che quando il Papa esercita, anche solo, la suprema potestà, la esercita in quanto capo appunto del collegio e quindi come rappresentante del collegio che egli ha l'obbligazione di consultare per esprimerne il senso. È la teorica improntata a quella dell'origine moltitudinaria [democratica] dell'autorità, difficilmente compatibile con la costituzione della Chiesa [che è gerarchica e di origine divina, non popolare]. Rifiutando l'una e l'altra di queste due teorie la Nota praevia tiene fermo che la potestà suprema è sì nel collegio dei vescovi unito al loro Capo [e questa è la gran novità], ma che il Capo può esercitarla indipendentemente dal Collegio, mentre il Collegio non può indipendentemente dal Capo [e questa sarebbe la concessione alla Tradizione]”(5).
Ed è esatto sostenere che l'attribuzione di poteri giuridici, quelli di un vero e proprio collegio, all'istituto della Conferenza Episcopale ha di fatto svilito e deformato la figura del vescovo? In effetti oggi i vescovi, uti singuli, non sembrano in pratica contare più niente, nella Chiesa (Vostra Santità ci perdoni la franchezza). Sul punto, ancora Amerio:
“La novità di maggior rilievo nella Chiesa postconciliare è di aver dato alla partecipazione di tutti i ceti della Chiesa organi giuridicamente definiti, quali il Sinodo permanente dei vescovi, le Conferenze episcopali, i Sinodi diocesani e nazionali, i Consigli pastorali e presbiterali e via dicendo […] La costituzione delle Conferenze episcopali ha prodotto due effetti: ha difformato la struttura organica della Chiesa e ha generato l'esautorazione dei vescovi. I vescovi, secondo il diritto preconciliare, sono successori degli Apostoli e reggono ciascuno la propria diocesi con potestà ordinaria, nello spirituale e nel temporale, esercitandovi potestà legislativa, giudiziaria e coattiva (can. 329 e 335 CIC 1917). L'autorità era precisa, individuale e, tranne che nell'istituto del vicario generale, indelegabile (il vicario generale era d'altronde ad nutum del vescovo) […] Il decreto Christus Dominus sull'ufficio pastorale dei vescovi attribuisce al corpo episcopale la collegialità, cioè “suprema e piena potestà sulla Chiesa universale” che sarebbe in tutto pari a quella del Pontefice Romano se potesse esercitarsi senza il consenso del Pontefice Romano. Questa suprema potestà fu sempre riconosciuta [solamente] all'assemblea dei vescovi adunati dal Papa in Concilio ecumenico. Ma si pone la questione se un'autorità che è messa in atto soltanto da un'istanza ad essa superiore si possa riguardare ancora come suprema e se non ricada in una mera virtualità e quasi in un ens rationis. Ma secondo la mente del Vaticano II l'esercizio della potestà vescovile in cui si concreta la collegialità è quello delle Conferenze episcopali.
Qui è singolare come il decreto Christus Dominus (al n. 37) trovi la ragione di questo nuovo istituto nella necessità per i vescovi di un medesimo paese di operare di conserva, e come non veda che questo vincolo di cooperazione ormai giuridicamente configurato altera l'ordinamento della Chiesa sostituendo al vescovo un corpo di vescovi e alla responsabilità personale una responsabilità collettiva, cioè una frazione di responsabilità […] Con l'istituzione delle Conferenze episcopali la Chiesa è ora un corpo policentrico […] La prima conseguenza del nuovo organamento è dunque un allentamento del vincolo di unità [con il Papa] che si è manifestato con ingenti dissensioni su punti gravissimi [ad esempio sulla dottrina dell'enciclica Humanae vitae, del 25.7.1968, che proibiva l'uso degli anticoncezionali]. La seconda conseguenza è l'esautorazione dei singoli vescovi come tali; essi non rispondono più né ai propri popoli né alla Santa Sede: alla responsabilità individua subentra infatti una responsabilità collegiale che, trovandosi nell'intero corpo, non si può collocare nei singoli componenti del corpo”(6).
10. Qual è il significato esatto da attribuire oggi alla figura del sacerdote, questa autentica colonna della Chiesa, ribattezzato “presbitero” per motivi che al fedele restano oscuri? È vero che già dal Concilio il prete, da “sacerdote di Dio” è stato abbassato a “sacerdote del Popolo di Dio” e ridotto principalmente alle funzioni di “animatore” e “presidente di assemblee” del “Popolo di Dio” e di “operatore sociale”? Vengono criticati, a questo proposito: Lumen Gentium, 10.2 che sembra voler porre sullo stesso piano il sacerdozio “ministeriale” o “gerarchico” e il cosiddetto sacerdozio “comune dei fedeli” – ritenuto in passato semplice titolo d'onore – con l'affermare che entrambi “sono tuttavia ordinati l'uno all'altro” (“ad invicem tamen ordinantur”) (vedi anche LG, 62.2); LG, 13.3 che sembra indicare il sacerdozio come semplice “funzione” del “Popolo di Dio”; il fatto che si ponga al primo posto della “funzione” sacerdotale la predicazione del Vangelo (decreto Presbyterorum Ordinis sul ministero e la vita sacerdotale, 4: “nella loro qualità di cooperatori dei vescovi, i presbiteri hanno anzitutto il dovere di annunciare a tutti il Vangelo di Dio”) quando invece il dogmatico Tridentino ha ribadito che ciò che caratterizza la missione del sacerdote è in primo luogo “il potere di consacrare, offrire, amministrare il corpo e il sangue del Signore” e in secondo quello “di perdonare o ritenere i peccati” (DS, 957/1764). Ed è vero che il Vaticano II svaluta di fatto il celibato ecclesiastico, con l'affermare che “la continenza perfetta e perpetua per il Regno dei Cieli, raccomandata da Cristo Signore […] è sempre stata considerata dalla Chiesa come particolarmente confacente alla vita sacerdotale [anche se] essa non è certamente richiesta dalla natura stessa del sacerdozio” (PO,16); affermazione, quest'ultima, giustificata con un'erronea interpretazione di 1 Tm 3, 2-5 e Tt 1,6?
11. Qual è il significato esatto del principio della “creatività” nella S. Liturgia, che indubbiamente risulta dall'aver concesso alle Conferenze Episcopali un'ampia competenza in materia, comprensiva di un'articolata facoltà di sperimentare forme nuove di culto, per adattarlo all'indole e alle tradizioni dei popoli e per semplificarlo al massimo? Tutto ciò è proposto nella costituzione Sacrosanctum Concilium sulla sacra Liturgia : artt. 22.2 sulla nuova competenza delle Conferenze Episcopali; 37, 38, 39 e 40 sull'adattamento all'indole e alle tradizioni dei popoli e sui criteri dell' adattamento liturgico in generale; artt. 21 e 34 sulla semplificazione liturgica. Simile facoltà di innovare in campo liturgico non fu in ogni tempo fermamente riprovata dal Magistero della Chiesa? È vero che la SC impone sempre il controllo della Santa Sede sulla liturgia e le sue innovazioni (SC 22.1, 40.1 e .2) ma questo controllo si è dimostrato incapace di impedire la capillare devastazione della liturgia, che ha allontanato tanti fedeli dalle chiese e che a tutt'oggi ancora imperversa, nonostante l'azione di disciplina ed eliminazione degli abusi inaugurata e fermamente mantenuta dalla Santità Vostra. Gli auspicati studi qualificati non potrebbero gettar luce sui motivi di questo fallimento?
Non possiamo per ovvie ragioni addentrarci in tutte le domande che i testi del Concilio provocano, in uno con la situazione attuale della Chiesa. Molte ce ne sarebbero ancora da porre, tra l'altro, sui temi fondamentali della libertà di coscienza e dell'ecumenismo. A questo proposito, ci permettiamo solamente di aggiungere quanto segue:
12. Il principio della libertà religiosa, proclamato dal Concilio per la prima volta nella storia della Chiesa, come “diritto umano” o “naturale” della persona, quale che sia la sua religione, prevalente quindi nei confronti del diritto dell'unica Verità Rivelata (la nostra religione cattolica) ad esser professata come vera religione a preferenza delle altre, non rivelate e quindi non provenienti da Dio; questo principio, che si fonda sul presupposto che tutte le religioni siano uguali, la cui applicazione ha pertanto sempre promosso l'indifferentismo, l'agnosticismo ed infine l'ateismo; come inteso dal Concilio, in che cosa si distingue effettivamente dalla laica libertà di coscienza, innalzata al posto d'onore tra “i diritti dell'Uomo” professati dall'ultralaica ed anticristiana Rivoluzione Francese?
13. Ad un risultato simile (indifferentismo e perdita della fede) non sembra condurre anche l'ecumenismo attuale, dato che il suo scopo effettivo sembra essere non tanto la conversione (per quanto possibile) del genere umano a Cristo quanto la sua unità e persino unificazione in una sorta di nuova Chiesa o religione mondiale, capace di inaugurare - si auspica - un'era messianica di pace e fratellanza tra tutti i popoli? Se queste sono le sue finalità, in parte già rinvenibili nella costituzione pastorale Gaudium et spes sulla Chiesa e il mondo contemporaneo, l'attuale dialogo ecumenico non sembra scivolare pericolosamente verso un qualche “accordo fra Cristo e Beliar”?(7) E tutta l'impostazione “dialogica” della Chiesa postconciliare con il mondo contemporaneo, non dovrebbe essere sottoposta a riesame?
Santità,
Le domande che abbiamo avuto l'ardire di rivolgerVi in questa umile Supplica, possono certamente dispiacere a quella parte della Gerarchia che ha già mostrato di non gradire la Supplica inoltrata due anni fa dal prof. Gherardini. Si tratta di quella parte della Gerarchia che non sembra aver ancora compreso – ci permettiamo di dire – la gravità eccezionale della crisi che affligge ormai da un cinquantennio la Santa Chiesa; crisi le cui avvisaglie preconciliari deflagrarono nel Concilio, come hanno dimostrato il libro del prof. de Mattei e prima ancora, più succintamente, quelli del P. Ralph M. Wiltgen SVD e del prof. Romano Amerio.
Per quanto sta alla nostra coscienza di credenti, la richiesta manifestata con tutta la nostra deferenza in questa Supplica ci sembra perfettamente in armonia, osiamo dire, con l'opera di restaurazione, rinnovamento e pulizia della Chiesa militante, coraggiosamente intrapresa da Vostra Santità, nonostante resistenze e difficoltà di ogni genere, a tutti note. Non ci riferiamo solamente all' inflessibile azione dispiegata da Vostra Santità contro la corruzione dei costumi penetrata in una parte del clero e all'operazione di bonifica iniziata nei confronti di certe ben note istituzioni cattoliche di carità ed assistenza, che di cattolico hanno conservato poco più che il nome, a quanto risulta. Ci riferiamo anche alla “liberalizzazione” della celebrazione della S. Messa di rito romano antico (impropriamente detta “tridentina” visto che il suo Canone risale, secondo una consolidata tradizione, ai tempi apostolici) e dell'amministrazione dei S. Sacramenti e del rito dell'Esorcismo secondo il rituale preconciliare. Ci riferiamo anche alla Vostra remissione delle scomuniche che gravavano (per i noti motivi disciplinari) sui vescovi della Fraternità Sacerdotale S. Pio X, fondata da SE Mons. Marcel Lefebvre, che quella “liberalizzazione” avevano rispettosamente ma tenacemente sollecitato dalla Santità Vostra, indicendo a questo scopo anche una 'Crociata internazionale del S. Rosario', che ha raccolto un'ampia adesione tra i fedeli.
In tutti questi provvedimenti, certamente di estrema importanza per la rinascita della Chiesa, presi Motu proprio, nella Vostra piena autorità di Sommo Pontefice, che deriva la Sua potestas iurisdictionis su tutta la Chiesa unicamente da Nostro Signore, il nostro sensus fidei di semplici cattolici vede l'opera manifesta dello Spirito Santo. Concludiamo pertanto la nostra umile Supplica invocando l'aiuto dello Spirito Santo affinché la Santità Vostra, nell'intrapresa opera di restaurazione volta a mettere di nuovo Cristo al centro della Cattolicità (Ef, 1, 10), possa includere anche l' auspicato riesame del Concilio.
Con tutta la nostra filiale devozione e deferenza,
in Domino et in corde Mariae,
24 settembre 2011
Sottoscrivono la presente Supplica al Santo Padre, Benedetto XVI :
1. Prof. Paolo Pasqualucci, docente di filosofia
2. Mons. Brunero Gherardini, decano dei teologi italiani, docente di Ecclesiologia
3. Prof. Roberto de Mattei, Università Europea di Roma
4. Prof. Luigi Coda Nunziante, a titolo personale e in qualità di presidente della Associazione "Famiglia Domani"
5. Dott. Paolo Deotto, direttore di Riscossa Cristiana,
6. Prof. Piero Vassallo, docente di filosofia, condirettore di Riscossa Cristiana
7. Prof. Emilio Biagini
8. Prof. Paolo Mangiante
9. Prof. Primo Siena
10. Dott. Luciano Garibaldi
11. Dott. Mauro Faverzani
12. Dr.ssa Virginia Coda Nunziante
13. Dott. Pucci Cipriani
14. Dott. Normanno Malaguti

Introducción

¡Cuán dura cosa es decir cuál era
esta salvaje selva, áspera y fuerte
que me vuelve el temor al pensamiento!

A mitad del camino de la vida, / en una selva oscura me encontraba / porque mi ruta había extraviado... Así comienza el genio de Dante la más grande obra que han visto los siglos después de la Biblia. Así comienza este blog. Bajo la guía de Dante y con las mismas preocupaciones que Dante a siete siglos de distancia.

Como se atisba en el encabezado (que Dios mediante, espero que sea siempre una cita de la Divina Comedia) El narrar la situación actual de la selva en que nos encontramos los miembros de la Iglesia es algo que da pavor. Espero que los temas que se propongan, mediando la gracia de Dios, nos ayuden a dejarnos acompañar por Beatriz (La fe) y Virgilio (la razón) en el ascenso al Paraiso desde este valle de lágrimas y a obtener una mejor comprensión de la cualidad lacrimosa y a la vez gozosa, del momento presente de nuestra historia eclesial. Y todo eso sin dejar de cantar a pleno pulmón las maravillas del Señor.

M.D.